Si ponemos atención a lo que escuchamos decir a quienes están a nuestro lado durante el día y/o la noche, veremos que algo muy grave está pasando en nuestra ciudad. Digo "nuestra ciudad" porque no tengo estadísticas de comentarios hechos fuera del Distrito Nacional, aunque intuyo que deben ser los mismos.
8 de la mañana: Por ejemplo, esta mañana tempranito, estaba en el salón de belleza. Mientras me lavaba el pelo, Doris siente su celular timbrar. Lo contesta. Veo que el ritmo de sus manos en mi cabeza va disminuyendo, poco a poco, hasta que definitivamente abandona mi pelo enjabonado y expresa: “¿y el ladrón te vio la cara?”. Hablaba con su hijo de 9 años que ya a esa hora había vivido la experiencia, camino a la escuela, de ver a un ladrón as altar a una vecina. El niño, en su inocencia, repelió la agresión del ladrón quien finalmente huyó. La madre preocupada me comenta: “si el ladrón le vio la cara a Daniel, ahora sí que me jodí”.
5 de la tarde: en el Mirador del Sur, se siente una gran presencia de policías. Como consecuencia del asalto que sorprendió a uno de sus visitantes que se ejercitan en el parque, la Policía ha triplicado (a mi parecer) el número de sus efectivos militares en esta inmensa area de esparcimiento que es el Parque Mirador del Sur.
7 de la noche. En la Urbanización Fernández. Una señora entra a casa de mi amiga y mientras habla con ella, se nota mirando constantemente hacia afuera. Realmente hablaba de espaldas a mi amiga. Sólo decía “Gaby date pronto porque tengo el carro allá afuera y tengo un regalo en el asiento de atrás. No quiero pensar que me rompan un vidrio y se lleven el regalo”.
Pero como esos comentarios que escuchara hoy, cada uno de nosotros debe tener en su memoria cientos de ellos.
Yo misma, luego del “robo más rápido de la bolita del mundo” del que fui víctima, ahora ando con los vidrios arriba, seguros puestos, cartera en el piso, he revisado varias veces el interior de mi cartera a fin de andar con lo estrictamente necesario, y he reconocido varias veces como bueno y válido el método de mi abuela y tías: dentro del sostén metían todo e increíblemente, le cabía todo, y sabían dónde encontrarlo sin escarbar demasiado.
Los testimonios que recibí de mis lectores cuando me ocurrió lo del robo me dejaron aún más preocupada. Una señora comentaba que dentro de su vehículo, estando en el elevado, un hombre le abrió el carro y le arrebató la cartera. Otra decía que andando con su niño pequeño y su mascota, alguien abrió su puerta trasera y se llevó su cartera que estaba allí. El niño y el perrito quedaron atónitos.
Escucho a mi cuñada pelear con mi suegro porque se le ocurre “dejar la puerta de la marquesina abierta”, nuestros hijos diariamente salen de nuestras casas llenos de recomendaciones: “no uses el cellular mientras estás caminando”; “no bajes los vidrios del carro”; “cuando entres al parqueo del apartamento, espera que se cierre el portón antes de desmontarte del carro”; “si de repente notas que te han quitado un limpiavidrios, sigue manejando hasta que llegues a un lugar seguro. Es un truco para que te detengas”.
Sospechamos de todo y de todos. Hemos dejado de ser naturales para convertirnos en guardianes de nuestra seguridad. Todo hay que calcularlo dos veces, cuando no te detienen los AMET por hacer uso del celular mientras conduces, te lo llevan los ladrones si vas caminando.
Sé de quienes andan con revólveres en sus carteras. Casi todos mis amigos andan armados.
Ya renunciamos a vivir en casas. La mayoría de nosotros “cogió la presión” y se cambió para un apartamento donde hay otro tipo de inconvenientes: los vecinos que se irritan fácilmente. Mi amigo Luis me decía: “¿qué porqué me mudé del edificio donde vivía? Para no matar a un vecino”. Esa es la otra característica de la modernidad: mala educación, intolerancia, agresividad, política del mal vecino..
Y ni hablar de la inseguridad que nos provoca el contratar para el servicio doméstico a alquien que no conocemos. La mama de una de mis amigas, ya con 70 años me decía el otro día: “mira Rosy, para qué quiero un servicio por la noche? ¿para que deje entrar al marido mientras nosotros dormimos y sean esos los que nos den un palo?”.
Todos tememos, todos dudamos, pero todos debemos seguir viviendo en nuestro país porque aquí nacimos y porque lo amamos. Somos orgullosamente dominicanos.
Ayer lees en la prensa que aparecen dos decapitados. Hoy lees que asesinan a 3 policías a escasos 20 metros de su cuartel.
¿Qué haremos? ¿A quiénes les exigiremos que nos devuelvan la tranquilidad que como nación alguna vez conocimos? ¿Los nuevos tiempos implican “vivir al salto de la pulga?”
Dentro de poco veremos algún grupo de facebook que exija tranquilidad ciudadana. Quizás me anime a formarlo. Quizás así podremos exigir que el mito de la seguridad ciudadana se convierta en realidad.
Sé que es difícil, pero también sé que no es imposible.